A unos seis kilómetros del Monasterio del Paular se encuentra un paraje de incomparable belleza. En un angosto desfiladero rodeado por bosques de robles y pinos, un caudaloso arroyo se ve obligado a dar un salto de quince metros para salvar las peñas del Purgatorio. Parece que el mismísimo Dante se hubiera inspirado aquí para escribir su magna obra.
“A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado.”