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martes, 15 de enero de 2008

Hizo muy mal tiempo en Gredos I

Desafortunadamente, el pasado jueves 10, no pudimos alcanzar nuestro objetivo de ascender al Almanzor.
La climatología fue absolutamente nefasta.
Poca nieve y totalmente encharcada, lluvia, nubes bajas con reducción de la visibilidad y viento huracanado trayendo pequeños proyectiles de granizo.
El suelo estaba cubierto de una delgada capa de nieve empapada, que ocultaba inmensos charcos y lagunas de agua en sus partes llanas; y en las pendientes, abundaban los riachuelos por cualquier vericueto.
Pareciendo todo ello, un laberinto pantanoso de rocas, hierba, nieve y agua.
Al menos, teníamos unos extraordinarios flamenquines, cocinados magistralmente por nuestro Presidente. Sí, al mal tiempo buena cara; y por supuesto un apetito voraz.
Queso variado: Flor de Esgueva y Brie.
Fiambres, los susodichos flamenquines, callos con garbanzos y solos.
Pan de tahona, consomé de pollo, y todo ello regado con un aromático caldo báquico de la Mancha.
El postre fue, café-carajillo güisqueado.
Habiendo llenado el coleto con esas suculentas viandas, y auspiciados por el sutil y espirituoso postre; observamos una ventana benigna en el cielo y optamos por intentar la subida.
Dejamos el vehículo en la Plataforma nos ataviamos alpinamente y comenzamos la subida.
El soberano peso de las mochilas mordían nuestros hombros. Paso tras paso, la digestión de lo deglutido provocaba alguna que otra ventosidad, y cierto reflujo gástrico.
Al llegar al Prado de las Pozas, contemplamos las pésimas condiciones de los Barrerones. Realizamos un rápido cónclave bajo la lluvia y el viento, y optamos por aclamación dirigirnos hacia los refugios de Icona y Reguero Llano, con la intención de ver si alguno de ellos se encontraba abierto.
Dos preciosos alaska malamute nos reciben a las puertas de refugio de Reguero Llano, y su guarda nos pregunta si pensamos quedarnos. La lluvia, el viento y la ausencia de visibilidad se enseñorean del lugar, y ante nosotros se ofrece la posibilidad de regresar al cálido cobijo de la ciudad; o por el contrario, permanecer en el osco y recio ambiente alpino.
La decisión es tomada con agrado por la totalidad de los miembros del Club. No hay fisuras. Siguiendo decididamente a nuestro Presidente, entramos en el refugio en las primeras horas de la tarde.
Estamos algo mojados y al bajar el moderado nivel etílico que poseíamos, comenzamos a ser conscientes de la triste situación: no podemos ir a la Laguna para ascender el Almanzor. Triste fatalidad. No obstante, estamos en la montaña y eso siempre nos agrada aunque las condiciones no sean las óptimas.

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